Samuel Armijo "Ocho años no son nada"
Samuel Armijo // @DesdeLaBarrera
Todo indicaba a que Ramón cerraría su carrera en Mancha Real después de muchas temporadas liderando el centro de la zaga. Si se alejó de su estado de confort fue porque recibió la llamada del club donde mamó tardes y tardes de entrenos. Siendo un niño los Ruíz Carrillo apostaron porque su hijo cerrara la puerta de su equipo siendo el penúltimo en cada jugada. Los años pasaban y las categorías inferiores y filiales presentaban al zaguero de cara al trampolín del primer equipo. Con los mayores envueltos en historias no menores el Villacarrillo apostó por terminar de cerrar una etapa en blanco. Volver a casa hubiera sido lo ideal pero hacerlo a pocos kilómetros de distancia tampoco fue mala idea. Mancha Real ha visto al más longevo Ramón. Su guinda como Sheriff del pueblo la puso en Zamora con el ascenso de todos los tiempos. El verde oliva de su camiseta jamás podrá desprenderlo de su corazón pero pasear por Jaén y sentirse el central por derecho del equipo de las ilusiones no acepta contraoferta. Allá por el 7 de julio del verano más calamitoso e ilusionante a la vez de las últimas décadas, puso su número a la camiseta que le esperaba desde que dejó el vestuario con sólo 21 años.
Todo indicaba a que Ramón cerraría su carrera en Mancha Real después de muchas temporadas liderando el centro de la zaga. Si se alejó de su estado de confort fue porque recibió la llamada del club donde mamó tardes y tardes de entrenos. Siendo un niño los Ruíz Carrillo apostaron porque su hijo cerrara la puerta de su equipo siendo el penúltimo en cada jugada. Los años pasaban y las categorías inferiores y filiales presentaban al zaguero de cara al trampolín del primer equipo. Con los mayores envueltos en historias no menores el Villacarrillo apostó por terminar de cerrar una etapa en blanco. Volver a casa hubiera sido lo ideal pero hacerlo a pocos kilómetros de distancia tampoco fue mala idea. Mancha Real ha visto al más longevo Ramón. Su guinda como Sheriff del pueblo la puso en Zamora con el ascenso de todos los tiempos. El verde oliva de su camiseta jamás podrá desprenderlo de su corazón pero pasear por Jaén y sentirse el central por derecho del equipo de las ilusiones no acepta contraoferta. Allá por el 7 de julio del verano más calamitoso e ilusionante a la vez de las últimas décadas, puso su número a la camiseta que le esperaba desde que dejó el vestuario con sólo 21 años.
Ramón no quiere saber nada de complicaciones en zona militarizada, su juego lo desarrolla amplificando las virtudes que desprenden poca minuciosidad y mucha artesanía. Salida rápida apoyándose en el medio que baja a recibir o pase fácil a Fragoso o Higinio. Por arriba no hay contemplaciones y en casa las opciones pasan por achicar espacios dando un paso al frente cuando el equipo se vuelca en ataque. Para un central no tener una media poderosa es como sufrir el desierto delante y para balancear la situación todos se multiplican en las tareas. La sensación es que parece sentirse más cómodo con Dani como pareja de juego pero asume galones cuando Ismael aparece para que se recomponga el once por delante. Sabe que Juanlu siempre está y todos miran de reojo a la izquierda para cerrar con permanentes coberturas.
A finales de noviembre del pasado 2017 declaró que con su llegada al RJ cumplía un sueño, algo poco original a estas alturas pero también nada mayor explícito. Argumentando algo así queda contestada cualquier otra explicación menor. Por edad puede prolongarse tres- cuatro temporadas más dependiendo de lo bien que le vaya a su equipo porque Ramón siempre estará. Seguro que si algún día se marcha, su camiseta se quedará ahí, en el vestuario, esperándole. Donde la dejó.
Comenta